Semana 3: 19 y 20 Febrero

Esta semana la hemos utilizado para trabajar sobre uno de los 3 collages hechos el fin de semana, construyendo espacios al estilo de Piranesi pero sin ser una mera copia de ellos. El proceso consta de 3 pasos: una primera mancha general de luz y sombra (barras chunky), geometrización del dibujo (pasteles), y determinación final del espacio (acrílico). He tenido todo tipo de sensaciones de mi dibujo, pero casi todas han sido buenas. El resultado final me gusta, aunque le encuentro algún fallo importante. También me gustaría haber incluido la técnica del collage sobre el dibujo, pero el tiempo de clase no me ha dado para más.

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Semana 2: 13 Febrero

Volvemos a usar el acrílico, aunque esta vez, para geometrizar aún más el dibujo, hemos utilizado cinta de carrocero y rodillo para que las líneas rectas sean rectas. Me ha costado desarrollarlo, hasta casi el final de la clase el papel se me ha mantenido mayormente blanco, y el resultado final tampoco me gusta mucho.

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Semana 1: Trabajo Fin de Semana

El trabajo ha consistido en hacerse pasar por el personaje principal del relato de Borges »la Ciudad de los Inmortales», haciendo un resumen del mismo hasta que llega a las puertas de dicha ciudad, para después continuarlo nosotros describiendo 3 de los grabados de Piranesi, intentando lograr una inmersión más profunda en sus espacios. Odio escribir, me cuesta mucho empezar aunque según voy creando me voy animando, pero eso no quita que lo siga teniendo asco.

Mis trabajos comenzaron en un jardín de Tebas. Cierto día, al alba, un jinete cayó rendido a mis pies preguntando por el nombre del río que bañaba los muros de la ciudad. Yo le contesté, pero no era ese río el que buscaba, era el río que otorga a los hombres la Inmortalidad, situado al junto a la Ciudad de los Inmortales. El soldado murió, y desde ese día mi fin fue encontrar dicha ciudad. Para ello retomé alguna información emprendí el viaje. Fue un viaje largo, cada vez había más bajas que desembocaron en motines, reprimidos con severidad. Finalmente me vi obligado a huir. Varios días erré. Horribles pesadillas llegaron a mí, hasta que desperté maniatado en un antiguo nicho sobre una montaña, levanté la mirada y contemplé la Ciudad de los Inmortales. Bajé corriendo gran peligro de aquel lugar, y no sé cuántos días pasaron hasta que me decidí acercar a la ciudad.

La ciudad parecía inexpugnable, todas las puertas de acceso estaban cerradas, nada podía salir, nada podía entrar. Cada vez me parecía menos una ciudad, me recordaba más bien a una cárcel. Estuve largas horas planteándome distintas formas de penetrar en el recinto, hasta que de pronto las grandes puertas se abrieron. Mi desconfianza del lugar me llevó a esconderme tras unas gigantescas piedras que parecían haberse caído de las murallas que protegían la zona. Salieron de sus entrañas varios grupos de carros tirados por caballos, escoltados por un convoy de tropas muy bien armadas. Mis sospechas comenzaron a cobrar sentido. Aproveché el despiste de los guardias y me adentré en el lugar. Las grandes puertas se cerraron tras mis pasos, produciendo un gran estruendo. Me vi obligado a introducirme por un pequeño y oscuro pasaje que había a un lado del camino principal, ya que no quería ser descubierto. Caminé durante un buen rato hasta que la luz me iluminó. Alcé la vista y quedé maravillado. Era un lugar impresionantemente grande, construido mayormente de piedras, debían de pesar varias toneladas, imposibles de colocar por seres humanos, parecía un trabajo de gigantes. Un sentimiento de grandeza y fantasía invadió mi cuerpo, toda esa arquitectura era abrumadora. El fuerte olor y el impresionante frío hacían la estancia muy desagradable, aunque para ser un sitio subterráneo y tan grande era muy luminoso. La complejidad de las construcciones, laberínticas, el juego con los arcos, las escaleras, los distintos niveles me sobrecogió. Sentí la necesidad de adentrarme en aquel lugar y descubrir otros secretos que me aguardaban. Casualmente encontré un equipamiento militar y pude ponérmelo para pasar inadvertido. Salí de aquel pequeño pasaje y llegué a una larga escalera, con dos estatuas a los lados. Mientras subía me fijé en unas gigantescas banderas a mi izquierda para ver si podía reconocer algo en ellas que me diera alguna pista del sitio en el que estaba. Para ser tan grande no había mucha gente, algo que me extrañó. Intenté calcular la altura de los arcos más altos, y ascendían a más de 20 metros,  simplemente impresionante. Llegué a lo alto de la escalera y me adentré bajo uno de los múltiples arcos, llegando a otro espacio muy parecido a este. Pegado a una de las descomunales columnas vi que había humo. Decidí acercarme ya que no parecía estar muy lejos. Crucé por uno de los puentes, pero me vi obligado a hacer un alto para admirar de nuevo esta imponente arquitectura, hasta que unos fuertes alaridos me despertaron del encanto. Llegué al fuego y vi qué era lo que ardía: personas. Mis peores sospechas se confirmaron, esta “ciudad” realmente era una cárcel. Toda esta estructura tan laberíntica tomó sentido, tantos arcos entrelazados, tantos puentes cruzados, tantos pequeños pasadizos… era muy difícil, o imposible, orientarse. Decidí dejar mi descubrimiento a un lado y seguir penetrando en los distintos espacios. Me fijé que para comunicar más rápidamente los distintos niveles disponían de poleas y cuerdas, todo parecía estar muy bien pensado, no eran simplemente un par de piedras colocadas unas encima de otras. Me empecé a sentir vigilado, los guardias debieron de darse cuenta de que no estaba acostumbrado a tal arquitectura y comenzaron a pensar que yo no era uno de ellos. Fue cuando decidí marcharme. Empecé a correr y bajé por una estrecha escalera para pasar bajo un gran arco. Vi que varios guardias me perseguían, así que me escondí tras un imponente monumento con forma de lápida, en el que pude observar dos cabezas en la parte superior. Los guardias pasaron de largo y fue cuando me fijé en las inscripciones en latín que había en una columna y en lo alto de otro elemento que deduje que era otro monumento. Este sitio era mucho más oscuro que los anteriores, aunque había una lámpara colgando de unas cuerdas en el centro del espacio. A mi izquierda también reconocí unas máquinas de madera con pinchos, que parecían usarse como método de tortura, o al menos ese es el único fin que encuentro a unas cosas como tales. Subiendo la pequeña escalinata de la parte central del espacio (en la que estaba el monumento con forma de lapida) encontré otra columna, que parecía ser del orden dórico. Los guardias volvieron, pero esta vez no pude escapar; una larga estancia de sufrimiento entre todas estas piedras me espera.

Semana 1: 2 Febrero

Por fin una nueva técnica, el acrílico. La clase consistía en profundizar con el nuevo material  en las mismas imágenes que el día anterior, utilizando otra vez la luz y la sombra. Me ha gustado bastante, ya que es la primera vez que pinto con este tipo de pintura, y empezar con algo nuevo siempre se agradece.

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Semana 15: Trabajo Fin de Semana

Últimos dibujos, utilizando el estilo de Giacometti. El curso ya se acaba y he de decir que he aprendido muchísimo: distintas técnicas, distintos autores, distintas formas de afrontar el dibujo… pero lo más importante es que he cogido bastante soltura a la hora de dibujar, y he empezado a conocer esa «trastienda del mundo» de la que tanto nos habla Pedro, y empezarme a olvidar del mundo de «las cosas acabadas».

¡Nos vemos en DAI 2!

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